Las palabras, esdrújulas, agudas y llanas, se amontonan tras la tela roja que oculta la parte trasera del escenario. Se muerden las uñas, puntos y acentos. Los nervios a flor de piel se suspenden en el aire. Están dispuestas a dar lo mejor de sí, narrar los más inocentes relatos en su campo, el escenario. Todas juntas contarían historias jamás escuchadas, dando inicio a la gran obra. Se lucirían como nunca antes con sus actos y guiones. Los espectadores están preparados para aplaudir. Se abre el telón...
A veces, me siento obligada a sacar del papel -o documento de Word- las palabras que combino para hacer una mezcla especial. Ganas de enseñar al mundo tu pequeña obra... Y no hay nadie ahí para hacer de público. ¿Para qué un blog, pues? Pues justamente para eso... La función debe continuar y lucirse. ¿Quieres ser espectador de pequeñas historias con ansia de darse a conocer? Pues aquí tienes una butaca libre. El escenario está en marcha.
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